La demanda del acero y la huella de carbono
La reactivación del mercado interno de EE.UU y China es uno de los factores por los que el acero ha alcanzado estos niveles de precio. Debido a la pandemia, la capacidad productiva del acero se frenó (durante la primera ola del Covid-19, los altos hornos se vieron obligados a suspender una capacidad de producción de unos 31 millones de toneladas) y esto ha influido notablemente en los principios de la oferta y la demanda. La lista de espera para recibir aceros laminados en caliente o galvanizados y otros metales industriales se alarga cada vez más.
Por un lado, es cierto que hay una potente demanda, que las acerías están presentando cuentas de resultados históricas gracias a los altos precios del acero pero, por otro lado, al disparar este nivel de producción las emisiones de carbono, a acentuar, de cara al 2030, su apuesta por la ecología. En 9 años, habrá que cumplir con unos objetivos climáticos y ahora están pasando por una prueba de fuego.
Los precios del carbono
Los precios del carbono han aumentado, pero su impacto en los márgenes de los productores de acero hasta ahora ha sido compensado por precios del acero excepcionalmente altos, que se esperan moderar este año. La producción de acero que utiliza altos hornos y hornos de oxígeno básico (que representa aproximadamente el 60% de la capacidad de producción europea) es intensiva en carbono y la compra de derechos de emisión supone un coste significativo para los productores. Cada tonelada de emisiones de carbono industrial en la UE debe estar cubierta por derechos de emisión, con aproximadamente el 80% de los derechos asignados actualmente de forma gratuita. Los productores tienen que comprar derechos de emisión a través del ETS para cubrir el resto.
El aumento de los precios del carbono proporciona un impulso adicional a los responsables políticos de la UE para introducir un mecanismo de ajuste de la frontera del carbono para evitar fugas de carbono y aliviar las presiones competitivas sobre las acerías nacionales. Esto impondría un cargo a las importaciones de acero en la UE diseñado para compensar los costos de carbono pagados por los productores de la UE. Se espera que se publiquen más detalles en junio, pero ha habido un rechazo de socios comerciales clave, incluidos China y EE. UU. Esperamos que la política continúe enfrentando duros obstáculos políticos globales, pero a largo plazo esperamos que las acerías, los consumidores y el sector público compartan las presiones de los mayores costos de CO2.